
Entro en la estancia, y la puerta se cierra detrás de mí con un sonido sordo. Entre la penumbra que solo iluminaban candelabros con velas que lloran lágrimas de cera. Veo una sala enorme repleta de estanterías, llenas de vetustos libros cubiertos con capas de polvo de innumerables siglos, en los rincones oscuros se apilaban columnas de libros y pergaminos, cofres antiguos guardaban extraños artilugios, sillas de madera donde las arañas obraban sus hogares. Entre las estanterías amplias mesas repletas de libros, sus páginas amarillentas y crujientes amenazan deshacerse en un puzzle imposible. Comienzo a caminar, de vez en cuando me detengo a mirar los títulos de los libros, "Alquimia de Dalon", " Grandes Linches del Reino de Nockar", " Historia sobre la sombra de Numen", y así se sucedían interminablemente. Saqué uno, y leí:
"De los Primero Engendrados, escripto está que esperan siempre al unbral de la Entrada, é la dicha Entrada se encuentra en todas partes é en todos tienpos, ca Ellos non conosçen tiempo nyn lugar, sino esisten en todo tiempo é en todo lugar, a la ves é syn paresçer, é los ay dellos que tomar pueden diferentes Fformas é Maneras, é revestir una Fforma dada é un Rrostro sabydo; é las Entradas dellos están en cualquiera parte, mas la primera es aquella cuya fize avrir, a Saber: Irem, Çibdat de los munchos Pylares, Çibdat so el Desyerto, mas.sy ome alguno dixere la Palavra prohibida avrirá allí mesmo una Entrada é podrá aguardar a Los Que Atravesaren la dicha Entrada, que asy podrán ser: Doles é el Mi-Go, é el pueblo Cho-Cho, é los Profundos de la Mar, é los Gugos, é las Descarnadas Animalias de la noche, é los Chongotes é los Vormis, é los Santacos que fazen custodia de la Kadat del Desyerto de los Yelos é la Meseta de Leng. Que todos por igual son Fijos de los Dioses Primeros. Pues aconstesçió que, la Grande Rraça de Yit non aviendo conzierto con los Primigenios, nin éstos con aquella, nin ambos con los Dioses Primeros, é separados todos, dexaron a los Primigenios el señorío del Universo Mundo, ca tornando de Yit la dicha Grande Rraça, tomó la Su Morada en un tiempo de la tierra por venir é todavía non conoscido de los que agora caminan por sobre della. E aquí mesmo aguardan Ellos fasta que tornen otra vegada los bientos é las Vozes que ante los llebaron é Lo Que Caminó sobre los Bientos del Mundo é de los espazios vaçíos que estan entre las Estrellas por siempre..."
Cerré el libro, mire sus pastas forradas de piel, parecía como sí estuviera vivo, como si latiese entre mis manos, cálido como un pequeño roedor, la capa del tiempo no dejaba ver su título. Escucho un sonido cercano, miro a mí alrededor me dirijo al sonido, comienzo a oír el rasgar de un papel. Entonces lo veo en un escritorio. Era un monje que escribía con una pluma sobre un libro, tenia la capucha echada sobre su rostro. Siento un profundo olor a polvo y moho, que no sé si procede de la biblioteca o del mismo monje.
_ Hola, me podría indicar la salida. _Musité_ No puedo salir por donde entre y no veo mas puertas.
_Hay miles de puertas aquí, _ Dijo sin levantar la mirada del libro _ este es el templo de las mil puertas.
_No veo ninguna, están acaso ocultas.
_Portas una entre tus brazos.
_¿Los libros son puertas? _ Miré detenidamente el libro que tenia en mi mano. _¿Cómo se usa esta puerta?.
_ Si quieres usar esa puerta necesitas su llave.
_ ¿Quién tiene la llave?.
_Yo guardo las llaves, yo guardo las puertas. _ Dijo levantando la mirada del libro, pude ver su rostro decrépito, las arrugas surcaban profundas como heridas, su faz repulsiva cubierta de llagas y verrugas, pero lo más inquietante de aquel rostro eran sus ojos totalmente negros, como si sus pupilas cubrieran todo sus ojos _ Pero, sólo te daré la llave de la puerta que portas.
Siento un escalofrío por todo mi cuerpo, no sé si era por la impresión que me había producido aquel rostro horrible, o por el siseo de su voz, pero si quería salir de allí no podía permitirme el lujo de dejarme llevar por el miedo.
_De acuerdo, dame la llave.
_Lee sobre mi libro y pronuncia aquello que escribo.
Me acerco y veo el texto, pasaba la pluma sobre el papel y las palabras parecían aparecer solas, observo como tres palabras empiezan a crecer hasta ocupar toda la página del libro.
_Ahora abre el libro y pronuncia las palabras y obtendrás tu salida. _ Volvió a sumergir su rostro sobre el texto.
Durante un momento dudé, pero no tengo nada que perder, estaba allí encerrado en aquel extraño castillo hacia días, el hambre me producía fuertes dolores de estomago y no tendría otra oportunidad como aquella. Al final pronuncio las tres palabras, entonces comienzan a ocurrir muchas cosas. Un viento apaga todas las velas, percibo que el libro cada vez estaba más caliente y sus hojas revoloteaban por el viento, caigo al vacío, mientras las sombras a mí alrededor me pueden tocar como una fría esponja. Me precipito sobre algo líquido, pútrido y oleaginoso que me cubre hasta la cintura, a mí alrededor hay muchos extraños seres amorfos que parecen intentar salir de aquel brebaje en descomposición. Comienzo a sentirme ligero, levito sobre la repugnante gelatina. Vuelvo a caer por un túnel y me precipito sobre una superficie dura y fría. Estoy enfrente de un gran espejo con forma de puerta, el reflejo de plata, lo refleja todo menos a mí, en su lugar esta el monje. Siento el siseo de su voz, que me dice que le de el libro, se lo cedo, pues el espejo es como agua liquida, que produce ondas como en un lago, produciendo una extraña musicalidad que relente el ambiente. Míro hacia el monje, ahora sobre las pastas del libro, el título refulgía como el fuego. Si ahora podía leerse claramente Necronomicon .
Loth